El ascenso en Grecia de la formación
neonazi Amanecer Dorado llega a ser alarmante. Ya no sólo porque el grupo se ha
hecho hueco en el parlamento heleno, sino además porque las encuestas confirman
que, en las próximas elecciones, Amanecer Dorado podría convertirse en el
tercer partido más votado. Entre sus propuestas, esta formación presenta
soluciones tan irracionales como la expulsión de los inmigrantes de Grecia, la
pureza racial o la creación de tribunales de excepción para políticos imputados
en casos de corrupción. Sin duda alguna, el ascenso de Amanecer Dorado es una
prueba más de la pérdida de valores de la sociedad Europea.
Pero también
resulta entendible que este tipo de formaciones cojan peso dentro de la
sociedad. En un momento de crisis político-económica, los ciudadanos necesitan
un asidero en el que sustentarse. Y si los otros partidos no ofrecen más
garantías que la corrupción, ya solo falta recibir con alfombra roja a
dictadores carismáticos. En España, la presencia de grupos neonazis es menos
notoria, pero muchos ciudadanos sin una ideología definida han llegado a
coincidir con sus discursos. Y lo podemos comprobar cuando en las bocas de
la gente sale ese lema tan “ni de izquierdas ni de derechas”. Y lo mismo pasa
con los partidos políticos. La continua aparición en los medios de comunicación
de casos de corrupción por toda España ha provocado que la gente se muestre más
crítica con las formaciones políticas. De hecho, se llega a incluir a todos los
cargos públicos en el saco de la corrupción, una actitud que se puede llegar a
pensar que es necesaria la eliminación de políticos.
Es por ello que no debemos olvidar que la
limpieza de cargos públicos y la supresión de las ideologías es uno de los
objetivos más ambicionados por el fascismo. Los ciudadanos no deben bajar la
guardia. En estos momentos, conviene volverse más crítico y no dejarse embaucar
por discursos irracionales. Todavía existen partidos políticos minoritarios con
voluntad de hacer política y de servir a los ciudadanos. Es conveniente leer
hasta el último programa electoral, empaparse de ensayos políticos y analizar
la historia para adoptar una visión distinta del mundo del arte público.
Recuperar la confianza en la política debe
ser un trabajo de todos. Es necesaria una mayor implicación en política, no
solo mediante el voto o formando parte de algún partido, sino también
protestando, leyendo, escribiendo para desarrollar un mayor criterio. Pero
también se necesita que partidos minoritarios y sindicatos se dirijan a las
masas de manera eficaz. Se trata de un trabajo complicado, pero conviene
hacerlo. No vayamos a recibir con los brazos abiertos a otro payaso con
tricornio que, al grito de “¡quieto todo el mundo!”, nos sorprenda asaltando
por segunda vez el Parlamento.