miércoles, 6 de marzo de 2013

O el fascismo


El ascenso en Grecia de la formación neonazi Amanecer Dorado llega a ser alarmante. Ya no sólo porque el grupo se ha hecho hueco en el parlamento heleno, sino además porque las encuestas confirman que, en las próximas elecciones, Amanecer Dorado podría convertirse en el tercer partido más votado. Entre sus propuestas, esta formación presenta soluciones tan irracionales como la expulsión de los inmigrantes de Grecia, la pureza racial o la creación de tribunales de excepción para políticos imputados en casos de corrupción. Sin duda alguna, el ascenso de Amanecer Dorado es una prueba más de la pérdida de valores de la sociedad Europea.
Pero también resulta entendible que este tipo de formaciones cojan peso dentro de la sociedad. En un momento de crisis político-económica, los ciudadanos necesitan un asidero en el que sustentarse. Y si los otros partidos no ofrecen más garantías que la corrupción, ya solo falta recibir con alfombra roja a dictadores carismáticos. En España, la presencia de grupos neonazis es menos notoria, pero muchos ciudadanos sin una ideología definida han llegado a coincidir con sus discursos. Y lo podemos comprobar cuando en las bocas de la gente sale ese lema tan “ni de izquierdas ni de derechas”. Y lo mismo pasa con los partidos políticos. La continua aparición en los medios de comunicación de casos de corrupción por toda España ha provocado que la gente se muestre más crítica con las formaciones políticas. De hecho, se llega a incluir a todos los cargos públicos en el saco de la corrupción, una actitud que se puede llegar a pensar que es necesaria la eliminación de políticos.
Es por ello que no debemos olvidar que la limpieza de cargos públicos y la supresión de las ideologías es uno de los objetivos más ambicionados por el fascismo. Los ciudadanos no deben bajar la guardia. En estos momentos, conviene volverse más crítico y no dejarse embaucar por discursos irracionales. Todavía existen partidos políticos minoritarios con voluntad de hacer política y de servir a los ciudadanos. Es conveniente leer hasta el último programa electoral, empaparse de ensayos políticos y analizar la historia para adoptar una visión distinta del mundo del arte público.
Recuperar la confianza en la política debe ser un trabajo de todos. Es necesaria una mayor implicación en política, no solo mediante el voto o formando parte de algún partido, sino también protestando, leyendo, escribiendo para desarrollar un mayor criterio. Pero también se necesita que partidos minoritarios y sindicatos se dirijan a las masas de manera eficaz. Se trata de un trabajo complicado, pero conviene hacerlo. No vayamos a recibir con los brazos abiertos a otro payaso con tricornio que, al grito de “¡quieto todo el mundo!”, nos sorprenda asaltando por segunda vez el Parlamento.